Es una palabra griega que originariamente significaba la unión de dos mitades de un objeto fraccionado (anillo, tabla, etc.) que eran reunidos de manera que coincidieran y servían así para reconocer que el poseedor de una de las mitades era un verdadero huésped o mensajero o parte de un contrato.
Este sentido original de fragmento que remitido a un todo, permite la identificación de las personas, es el que dio origen al nombre de "símbolo" que dieron los cristianos a las fórmulas de profesión de fe.
En la antigüedad cada iglesia local elaboraba su fórmula de fe. Cuando un cristiano iba de un lugar a otro, el símbolo permitía saber si pertenecía a la misma Iglesia única de Cristo. La expresión de fe de esa Iglesia local era confrontada con la de la otra; si las dos encajaban en la misma fe, era señal de su unidad, vehículo de reconocimiento de ambas con
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